jueves, 1 de enero de 2009

Una ciudad, una tradición, un imaginario

Cuando llega diciembre, cada año en La Plata, comienza la preparación de los muñecos para la "Quema de Año Nuevo". Embarcados en esa aventura que tiene fin en la madrugada del primer día de enero, niños, jóvenes y adultos de distintos barrios, inician los preparativos. Grupos barriales no institucionalizados se autoconvocan para debatir acerca de las tareas a realizar, la elección del tema representativo del año que finaliza y dar forma al proyecto. Con la solicitud de colaboración para obtener los primeros materiales y herramientas, se organiza también la colecta de dinero necesaria para los elementos que indefectiblemente deben comprarse. El trabajo es organizado: los más pequeños son los encargados de realizar el tradicional "corte simbólico de calles", atravesando un cordón de vereda a vereda en el predio donde se ubica el centro de construcción. En la realización del muñeco propiamente dicho están presentes, en especial, los jóvenes. La participación de los adultos se relaciona con la manipulación de pirotecnia y la obtención de permisos municipales (cuando existen).

Se dedica gran cantidad de horas al día -entre seis y doce- a la construcción del muñeco, continuando los últimos días, la labor durante la noche. Además, se establecen guardias nocturnas para su cuidado. Condiciones climáticas adversas, posibles atentados, robos intencionales o la magnitud que alcanzan las instalaciones , son argumentos recurrentes que las justifican.

Acompañando las actividades de construcción, juegan a las cartas, cuentan chistes, comparten comidas y bebidas, relatándolos como los motivos de diversión que explican "el por qué" de tanto esfuerzo.

Llegada la noche del cambio de año, comienza la celebración. El festejo se organiza en dos partes: el espectáculo pirotécnico y la quema del muñeco en sí. Según relatan sus hacedores, para que se produzca una "buena quema", el muñeco debe arder largo rato, explotar y constituir una manifestación estruendosa. De lo contrario, más allá de la excelencia del diseño del objeto, no colmaría las expectativas del espectáculo ritual de fuego, luz y sonido.

En algunos barrios de la ciudad, cada fin de año -hace ya más de cincuenta- los portadores de esta tradición, desacelerando el tiempo del trabajo, entran en el tiempo utópico de la fiesta para ocuparlo repentinamente con los preparativos para la quema de muñecos. Esta es "la" fiesta de Año Nuevo que en la ciudad de La Plata ha generado sentimientos de pertenencia y con ello, signos de identidad.